sábado, 30 de marzo de 2013

Capítulo 3

Yendo al aeropuerto, ya me había despedido del enano en la casa de mi hermana, y mis pensamientos estaban más que nunca centrados en Paula. Algo me decía que la iba a ver, el problema era cómo…
¿Cómo la vería, y cómo reaccionaría yo?  Duda 1.

¿Ella me reconocería? Duda 2.
¿Cómo reaccionaría? Duda 3.
¿Y si no la veo y me estoy ilusionando? Duda 4.
(Y así podría enumerar las tres millones de dudas que me acompañaron a lo largo de todo el viaje)


Por suerte, en medio de la noche me dormí. Sinceramente mi cabeza no era capaz de soportar otra duda más, estallaría.

‘Nunca más oíste tú hablar de mí, en cambio yo seguí pensando en ti, de toda esa nostalgia que quedó, tanto tiempo ya pasó y nunca te olvidé. 
Cuantas veces yo pensé volver, y decir que de mi amor nada cambió, pero mi silencio fue mayor y en la distancia muero día a día


Me desperté, algo confundido y desconcertado, a punto de aterrizar.
Baje del avión, y luego de pasar un incontable tiempo haciendo trámites (odiosos trámites) retire mis valijas y al salir del aeropuerto pedí un taxi. Ni la menor idea de cómo llegar al departamento donde me alojaría.
El taxista (Muy amable, me acababa de borrar la imagen de europeo mala onda que tenía) Me llevó al edificio. Como dentro de todo serían pocos días, saque de la valija solo lo de uso cotidiano, no ordenaría las cosas en el placard, ni ahí.

Salí al balcón en compañía de un pucho (Sí, desde que Paula me había dejado se había vuelto a convertir en un tedioso vicio) y apoyado en la baranda de aquel, observe la ciudad desde el tercer piso. Unas incontables veces me pareció ver a Paula, creo que ya me estoy volviendo loco. ¡La veía en todos lados!

Se acercaba la hora de la cena y no tenía absolutamente nada para comer, asique, emprendí camino a algún supermercado, almacén, o lo que encuentre cerca de acá.

-

Ya era viernes. Mañana sería el primer día del seminario, y la idiota ilusión de encontrarlo a Pedro allí seguía tan latente como el primer día.

Mamá me pidió que vaya a comprar unas cosas para la cena, algo desganada lo hice.

Paula- Valen. ¿Me acompañas al super?
Valen- Paula, no jodas.
Paula- Cuando me pidas algo me voy a acordar de esto eh. (Reímos y me acerque a ella) ¿Qué es más importante que estar con tu hermanita? (Ella río) ¡Quiero que vuelvas a ser chiquita Valentina!
Valen- ¿Para qué queres que te acompañe?
Paula- Mmm… Para pasar un rato juntas.
Valen- Es mejor que compres helado y miremos una película a la noche.
Paula- Okei, okei. Me convenciste.

Estaba en la cola de aquel supermercado cuando vi pasar a alguien que sinceramente me desconcertó, quien se ubicó dos colas más a la derecha. Disimuladamente (O eso creo) volví a mirarlo, definitivamente era él.
Mis piernas se aflojaron y creí que el corazón se me salía del pecho. ¿Pedro?
Respire hondo, intentando controlar las lágrimas que acababan de invadir mis ojos e intentando mantenerme en pie.

Mi presentimiento no había fallado. Pedro estaba acá, o me estaba volviendo loca. Pero creo que la primera opción era más factible. (Lo que no quita que la segunda también lo sea)
Una parte de mí moría por ir corriendo a abrazarlo, pero la otra porque me trague la tierra, y con carácter de urgencia.

Por suerte, me tocó a mí y después de pagar, salí casi corriendo y eso hice hasta que llegue a casa, tire (literalmente) las bolsas en la mesada y corrí a mi cuarto. Dejandome caer en la cama, llorando. Con miedo, pánico, temor. Felicidad. Ilusión. Angustia. Todo junto.

Eugenia- Pau. ¿Puedo pasar? (Preguntó golpeando la puerta)
Paula- No, dejame sola mamá.
Eugenia- (Abrió la puerta, asomándose) No te voy a dejar sola.
Paula- ¡Mamá! ¡Andate!
Eugenia- Pau, por favor. (Entro a mi cuarto y se sentó a mi lado) Mira cómo estás. Contame que pasa, dale.
Paula- Nada.
Eugenia- Claro, y lloras por nada. Muy lógico lo tuyo hija. (Suspire) Cuando lloras así es por Pedro.
Paula- Lo acabo de ver.
Eugenia- ¿Qué?
Paula- Sí, en el supermercado. Va a ir al seminario de mañana, estoy segura. ¿Qué hago? ¡Explicame que hago!
Eugenia- Primero tranquilízate. Y segundo, anda y enfrenta lo que vaya a pasar Pau. No podes seguir sufriendo por una historia tan vieja.
Paula- No es una historia vieja. Si no, no estaría así.

Cené, con el estómago cerrado y volví a mi cuarto. Valen, como siempre, notó que algo me pasaba y después de ayudar a mamá en la cocina entró a mi cuarto, sin pedir permiso. Yo estaba mirando por la ventana.

Valen- Te aviso que por más que me eches me pienso quedar acá.
Paula- (Reí, mordiendo mi labio) ¿Me das un abrazo? (Suplique y ella me abrazo por la espalda)
Valen- Ai, hermanita, hermanita. Esas lágrimas tienen nombre y apellido. ¿No?
Paula- Pedro Alfonso. (Dije con un hilo de voz y ella me abrazo más fuerte) Lo vi Valen, lo vi. En el supermercado.
Valen- Me jodes.
Paula- No, es la posta.
Valen- ¿Qué hace acá?
Paula- (Suspire) Supongo que debe ir al seminario de mañana. ¿Entendes? Explicame que hago cuando nos veamos. ¿Qué hago?
Valen- Lo encaras y hablan. Ya es hora de que lo hagan. ¿No te parece?
Paula- ¿De qué? ¿De qué lo sigo amando y él formó su propia familia? ¿De eso vamos a hablar? No me da la cara.
Valen- A vos no te da la cara por todo lo que lloraste estos años. Hablen, va a ser bueno para los dos. De verdad.
Paula- Puede ser… (Suspire) ¿Vas a buscar el helado? Necesito ahogar mis penas en algo.
Valen- Dentro de un rato, ahora veni. (Me dio la mano y yo me acosté en mi cama, ella se sentó a mi lado y acarició mi pelo) Me acuerdo que siempre que estaba mal vos me llevabas a tu cama y me mimabas.
Paula- (Sonreí) ¿Te acordas de esas cosas?
Valen- Obvio Pau.
Paula- ¿Y te acordas que te abrazaba cucharita? (Ella rio y se acostó a mi lado, abrazándome)
Valen- Pau. Yo ya sé que soy una pendeja bastante inmadura, pero si algo sé en esta vida es que vos me cuidaste siempre, siempre estuviste para mí, te preocupaste por mí, y sos una mina de oro, que no se merece nada de todo lo que le pasó. De verdad. Y lo que más deseo en esta vida es que vos y la vieja sean felices, pero ahora estamos hablando de vos. Quiero que vos seas feliz hermana, te lo mereces, más que nadie en este mundo. Por todo lo que pasaste, porque lo pasaste, porque hoy seguís de pie. Y si tu felicidad es Pedro, vas a ir y vas a luchar por él, y si es otra persona, cerrá tu historia con él, pero hacelo, porque es una historia que pide a gritos o un cierre o un nuevo comienzo.
Paula- ¿Te dije muchas veces que te amo Valentina?
Valen- Demasiadas. (Reímos)

Paula- ¿Soy muy cargosa? (Volvimos a reír)
Valen- Un poco, pero te amo así. (Sonreí y nos abrazamos más fuerte) Siempre juntas, y felices. Quiero que sea una promesa.
Paula- Promesa. (Sonreí y seque mis lágrimas) Gracias mi amor.
Valen- No seas tonta, no agradezcas.


D
ormirme esa noche fue más que una misión imposible. No dejaba de pensar en cómo sería el reencuentro. En cómo reaccionaría yo, en cómo reaccionaría él. En que diríamos. Sí él me reconocería. En qué carajo haríamos al vernos.

Llore, reí, sonreí y tuve miedo al imaginar cada situación posible.


(Y así me pase el resto de la noche, hasta el momento en el cual sonó la alarma para levantarme. No había dormido ni medio segundo. Genial. Mis ojeras, mi temor y yo al conservatorio. A Pedro)


‘Las despedidas son promesas de nuevos reencuentros. Los finales posibilidades de nuevos comienzos’


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Hola, no sé si van a tener ganas de matarme o qué, pero comentennn ;)

2 comentarios:

  1. Gracias x hacer q se reencuentren en España!!!!!!!!

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  2. jejej un poco d todo jejeje...pero me gosto como enpeso la 2 parte asta ahora yo ya quiero rencuentro...jejej quiero saber q diram?si pedro la perdonar?.....yo quiero q me pasa cada bes q suba mi tiwter es @miki_weg

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